Mientras los macrofestivales dominan la industria con cifras millonarias, los eventos autogestionados resisten con propuestas alternativas que priorizan la cercanía y la diversidad cultural.

Dos maneras de entender la música en vivo

Los macrofestivales y los festivales autogestionados representan enfoques radicalmente distintos en la música en directo. Los primeros, respaldados por grandes patrocinios y miles de asistentes, ofrecen carteles con artistas de renombre y un fuerte impacto económico. Los segundos, organizados de forma independiente, buscan mantener una programación diversa y accesible con recursos limitados. La convivencia entre ambos modelos depende del equilibrio en la oferta y el acceso a espacios para la música en vivo.

La hegemonía de los macrofestivales

Eventos como Mad Cool, Primavera Sound o Arenal Sound han convertido los macrofestivales en auténticos imperios culturales. Estos festivales cuentan con patrocinios, campañas de marketing millonarias y gran visibilidad. Su enorme capacidad de atracción afecta a la música en directo en salas y pequeños recintos, reduciendo la asistencia a conciertos durante el resto del año. Cuantos más conciertos se concentran en un macrofestival, menor público acude a las salas independientes.

La resistencia de los festivales autogestionados

Frente a este modelo, los colectivos independientes organizan eventos sin grandes marcas detrás, con una programación enfocada en la cercanía y el descubrimiento musical. Iniciativas como La Navaja Producciones en Murcia, Club 44 en Donosti o el festival Zaragozafelizfeliz demuestran que otra forma de programar es posible. Sin embargo, la falta de apoyos y el predominio del modelo macrofestivo dificultan su crecimiento y estabilidad.

Dificultades económicas y logísticas

Los macrofestivales pueden pagar a los artistas cachés elevados, mientras que los eventos autogestionados manejan presupuestos mucho más ajustados. En un festival con patrocinios, un grupo emergente puede cobrar 1.200 euros por actuación, cubriendo gastos y Seguridad Social. En un evento independiente, los ingresos oscilan entre los 400 y 800 euros, incluyendo transporte, alojamiento y dietas.

Las condiciones técnicas también marcan la diferencia. Un macrofestival ofrece infraestructuras avanzadas y equipos de producción completos, mientras que los espacios autogestionados deben adaptarse a recursos más limitados. A medida que las bandas crecen en equipo y necesidades técnicas, resulta más difícil mantener la compatibilidad con estos espacios.

¿Un futuro compartido?

La convivencia entre macrofestivales y festivales autogestionados requiere un equilibrio en la oferta y el acceso a espacios de música en vivo. La diversificación de eventos evita la monopolización de la escena y permite que ambos modelos encuentren su público. Mientras los macrofestivales continúan expandiéndose, los festivales independientes siguen ofreciendo una alternativa basada en la comunidad, la autogestión y la pasión por la música.

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