La 18ª edición del Feslloc, celebrada del 11 al 13 de julio en Benlloc (Castelló), ha vuelto a consolidarse como uno de los referentes de la música y la cultura en valencià, a pesar de los desafíos climáticos que marcaron la jornada inaugural. Un fuerte episodio de lluvias obligó a cancelar los conciertos del jueves, pero lejos de apagar el espíritu del festival, la respuesta del público y la organización convirtió el temporal en una muestra de resiliencia colectiva.
Una primera jornada pasada por agua
El jueves arrancó con dificultades: la intensa lluvia provocó cancelaciones en la programación musical prevista para la noche, afectando a bandas como Cactus y Pepet i Marieta. Sin embargo, la organización optó por mantener abiertas las zonas de acampada y restauración, reorganizando parte de las actividades en espacios cubiertos y garantizando la seguridad del recinto.
La actitud del público fue clave. Lejos de dispersarse, cientos de asistentes permanecieron en Benlloc, participando en talleres y actividades paralelas a la espera de la reanudación del festival. Esta respuesta reafirmó la fidelidad de la comunidad fesllocaire, que entiende el evento como mucho más que un simple cartel musical.
Recuperación, reivindicación y complicidad artística
El viernes y sábado transcurrieron con normalidad, permitiendo recuperar varios de los conciertos cancelados. La actuación de Cactus fue especialmente celebrada por el público, convertida en un símbolo de resistencia tras el parón obligado del jueves. Lo mismo ocurrió con propuestas como Maluks, El Diluvi o Auxili, que convirtieron el escenario principal en un espacio de comunión sonora, fiesta e identidad compartida.
Más allá de la música, el Feslloc mantuvo su carácter reivindicativo. Durante varios conciertos se alzaron mensajes como “Palestina Lliure” y proclamas a favor de la memoria histórica, el feminismo y la defensa de la lengua propia. Estos gestos consolidan al festival como un espacio donde la música popular se entrelaza con las luchas sociales contemporáneas.
Una programación diversa que va más allá del escenario
El Feslloc no se limita a la música. En paralelo a los conciertos, se desarrollaron actividades deportivas tradicionales, como el joc de pilota valenciana, así como competiciones de baloncesto y espacios de muralismo participativo. Uno de los momentos más comentados fue la creación de un mural colectivo con mensajes contra la represión cultural, pintado en el frontón del recinto.
Además, la zona de debate volvió a ser un punto clave, con charlas sobre activismo juvenil, políticas lingüísticas y sostenibilidad. Este enfoque convierte al festival en una plataforma integral de cultura popular, donde convergen arte, pensamiento crítico y tradición.
Benlloc sigue siendo territorio de resistencia
Celebrado en pleno mes de julio y en el corazón de la Comunidad Valenciana, el Feslloc ha sabido mantener su esencia: un festival pequeño en tamaño pero enorme en significado. La edición de 2025 será recordada por la lluvia, sí, pero también por cómo la comunidad respondió unida, reafirmando su compromiso con una cultura propia, diversa y viva.
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